domingo, 6 de julio de 2008

LA RENOVACION CARISMÁTICA

La Renovación Carismática Católica (ERC) es un movimiento eclesial reconocido por la Santa Sede. Nace de la experiencia de la acción del Espíritu Santo, de una actualización de la experiencia de Pentecostés. Aviva la conciencia de todo lo que Jesús nos reveló y evoca una respuesta entusiasta para vivir la fe de la Iglesia.
La Renovación Carismática es una corriente de gracia que ha tocado transversalmente las Iglesias cristianas (católica, ortodoxa, protestante). Incluye a cerca de 600 millones de cristianos en todo el mundo.

Surgió entre los católicos en 1966 cuando unos pocos estudiantes de la Universidad de Duquesne (Pittsburgh, Pennsylvania – Estados Unidos), durante un retiro meditaron sobre la experiencia de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles. Entonces oraron para que ocurra lo mismo entre ellos. Experimentaron la efusión del Espíritu Santo y la manifestación de dones carismáticos. La experiencia pronto se propagó por el mundo entero. Más de 120 millones de católicos participan de la espiritualidad de la RCC actualmente.
¿Que dice la iglesia?
La autoridad suprema para discernir la autenticidad de un movimiento en la Iglesia pertenece al Papa. Todos los Papas han apoyado públicamente a la renovación carismática desde su comienzo.
La Renovación Carismática, como otros movimientos reconocidos de la Iglesia Católica, está bajo la autoridad del Pontificio Consejo para los Laicos, el dicasterio de la Curia romana al servicio de los fieles laicos que tiene la responsabilidad de discernir la autenticidad de todos los movimientos. Dicho Consejo reconoce y apoya a la RCC. Esta cuenta con los servicios de una oficina internacional en Roma (ICCRS)– International Catholic Charismatic Renewal Services.
La primera conferencia de la Renovación en Roma fue en mayo de 1975. S.S. Pablo VI, el 19 de mayo de ese año exhortó a los participantes a continuar sus esfuerzos de renovación y a continuar fieles a la Iglesia:
"Este deseo auténtico de situaros en la Iglesia es un singo auténtico de la acción del Espíritu Santo... ¿Como no va a ser esta "renovación espiritual" una oportunidad para la Iglesia y el mundo? Y como, en ese caso, no tomar todos los medios para asegurar que permanezca de este modo..."
El Papa también concedió al Cardenal Suenens, su delegado ante la Renovación Carismática, celebrar misa en el altar mayor de San Pedro, lo cual es un signo extraordinario de respaldo.
Juan Pablo II a la Renovación
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que este movimiento es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia." El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: "Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción"
A nadie le puede quedar duda sobre el lugar que tiene en la Iglesia a la Renovación Carismática después del Congreso mundial de Movimientos Eclesiales celebrado del 27 al 29 de mayo de 1998. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a la Renovación Carismática Católica. Fue un representante de la renovación carismática quién presentó al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia.
Juan Pablo II, 29 Mayo, 2004
«Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana»

«Deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio»

El Papa alentó la iniciativa denominada «Zarza ardiente», promovida por la Renovación en el Espíritu, que como él ilustró, es «una adoración incesante, día y noche, ante el santísimo Sacramento; una invitación a los fieles a "regresar al Cenáculo"».
Su objetivo, según el Papa, es que los bautizados, «unidos en la contemplación del Misterio eucarístico, intercedan por la unidad plena de los cristianos y por la conversión de los pecadores». «Deseo de corazón que esta iniciativa les lleve a muchos a redescubrir los dones del Espíritu, que en Pentecostés tienen su manantial».

«Entre nosotros, con las manos elevadas, está orando la Virgen, Madre de Cristo y de la Iglesia. Imploremos junto a ella y acojamos el don del Espíritu Santo, luz de verdad, fuerza de auténtica paz».
Otras intervenciones de JPII sobre la Renovación Carismática

Llama a la renovación: "Signo de Esperanza para el mundo" 2002
Revela a los carismáticos su oración diaria al E.S.
El Cardenal José Ratzinger, Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su presentación del libro del Cardenal Suenens sobre la Renovación Carismática, reconoció el bien que ocurre en la R.C. y presentó algunas cautelas:
En el corazón de un mundo inmerso en un escepticismo racionalista, de repente surge una nueva experiencia del Espíritu Santo. Y desde entonces ha asumido la expansión de un movimiento mundial de renovación. Lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre los carismas -que fueron vistos como signos visibles del advenimiento del Espíritu- no es solo historia antigua, ya terminada, sino que una vez mas se esta siendo extremadamente actual.
Hablando del tema del libro, Renovación y el Poder de las Tinieblas, dice:
¿Cual es la relación entre experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Ambos factores son importantes: la fe dogmática sin el apoyo de la experiencia personal permanece vacía; la sola experiencia, sin relación a la fe de la Iglesia permanece ciega.
Finalmente, el exhorta a quienes lean el libro, a poner atención a la doble petición del autor:
... a los responsables del ministerio eclesiástico - desde el sacerdote parroquial hasta los obispos- no dejar que la Renovación les pase sino que le den una completa bienvenida; y por la otra parte ... a los miembros de la Renovación que atesoren y mantengan su vínculo con toda la Iglesia y con los carismas de sus pastores. -Renevación y Poder de las Tinieblas, León Cardenal Suenens
Benedicto XVI a la Renovación en el Espíritu: Nada es imposible para la familia que confía en Dios

Mensaje enviado a la 30ª Convocatoria de la Renovación italiana «Rinnovamento nello Spirito» atendida por 25000 personas. 30 abril 2007
«Cuando una familia funda todo proyecto suyo en la confianza en Dios, nada le es imposible»

Mi Testimonio
Padre Jordi Rivero
Era yo un joven estudiante de ingeniería cuando mi madre me invitó a un grupo de oración. La primera visita fue una gran sorpresa. Los cantos de alabanza, el gozo, los brazos elevados hacia el cielo y el entusiasmo por la Palabra de Dios. Era evidente que aquellas personas creían en un Dios vivo que se manifestaba entre ellos. Se oraba por los enfermos, con frecuencia se cantaba y rezaba en unas lenguas extrañas según el don de lenguas. Algunas personas dieron sus testimonios de curación o de favores recibidos. Otra experiencia nueva para mi fue escuchar palabras dichas en nombre de Dios: "Hijos míos les amo", "Hijos míos quiero un pueblo fiel y obediente". Sabía que eran mensajes bíblicos, pero todos los escuchaban concientes que son mensajes dirigidos a nosotros ahora y le daban gracias a Dios.
Pregunté si eran católicos y sonriendo me dijeron "¡claro!". Yo no estaba muy convencido hasta que me demostraron que ese mismo año (1975) habían celebrado una gran conferencia en Roma y el Papa les había concedido celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro presidida por el Cardenal Suenens. Aquella experiencia de Dios y de hermandad me atrajo y seguí participando semanalmente, como quien descubre un mundo nuevo. Mi experiencia con la renovación fue siempre católica. En ella creció mi amor a la Iglesia, María Santísima y al Papa.
Un día el líder del grupo nos invitó a un seminario de la vida en el Espíritu Santo para prepararnos a recibir el bautismo del Espíritu Santo. Nos explicaron que no se trata de un nuevo bautismo sacramental sino de una apertura del corazón para que las gracias de aquel bautismo se aviven en nosotros. Fui con gusto pero no podía yo imaginarme las consecuencias que tendría para mi vida. Antes del Bautismo en el Espíritu me confesé y cada día le pedía al Señor que me llenara de su Espíritu Santo. El día del bautismo en el Espíritu nos hablaron de Pentecostés y nos animaron a abrir el corazón a su venida. Yo hice la renuncia a Satanás y renové mi fe en el Credo. Puse mi vida en manos de Jesús. FIAT. Le pedí a La Virgen que me ayudara a entregarme como ella, en ella, que se hiciera en mi la voluntad de Dios. "Haz lo que quieras". Recuerdo cuando me arrodillé ante el Padre Doyle y el oró sobre mí. Todos estaban alabando en lenguas. En ese momento experimente al Espíritu en mi corazón revelándome a Jesús: su amor por mi, su majestad y su humildad. ¿como explicar? Pablo lo dice bien: "juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" Filipenses 3,8. Arrobado en esa experiencia sentí la certeza de que Jesús me llamaba al sacerdocio y así lo dije. Antes lo había pensado pero le ponía resistencia, pero esta se desvaneció y quedó una convicción profunda.
Al día siguiente me sentí triste ante la vocación al sacerdocio. Otra vez me parecía que sería incapaz de tanta renuncia. Pensé que quizás fue una decisión demasiado emotiva por la experiencia. Fui a un sacerdote y me dijo lo mismo, aconsejándome terminar la carrera y entonces ver si seguía la vocación. Pero esa noche al orar recibí paz sobre la vocación y me di cuenta que esperar a terminar la carrera sería un error en mi caso. Recibí el pasaje «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.» Lucas 9,62. En ese momento salí al jardín de casa y vi una paloma blanca que se posaba sobre la rama del roble. La paloma estuvo en el jardín, casi siempre en la rama por una semana. Fue para mi una señal de confirmación que me llenó de gozo. Era el año 1976. Puedo decir que desde entonces jamás he tenido ni la mas pequeña duda de que Jesús me llamó al sacerdocio. Fui ordenado el 15 de mayo de 1982. Quiero expresar mi profunda felicidad y agradecimiento a Dios por haber llamado a este indigno siervo a ser su sacerdote para siempre.
Desde que experimenté la gracia de la Renovación Carismática la he vivido y compartido. El Espíritu Santo no ha dejado de ser un fuego en mi corazón que me mueve a estar conciente de su amor y desear corresponderle. Estoy profundamente agradecido al Señor.


Padre Jordi Rivero

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