ESQUEMA DE ENSEÑANZA
II Parte - Fuerza
A. Los dones: fuerza para la misión
B. La diversidad de dones
C. Diversidad de maneras y lugares
III Parte - Templanza
A. Los dones y la madurez
B. Podando los dones
C. Estudiando la historia de los dones
"Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza" (2 Tm 1 7). Al escribir sobre reavivar los dones, ya he hablado de como el amor motiva, libera, purifica y autentifica los dones espirituales (ver el número de Ene/Feb). Ahora me gustaría hablar de cómo el poder y la templanza están relacionados con la reavivación de los dones del Espíritu.
II. PODER
A. Los dones: fuerza para la misión
"..recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos.....hasta los confines de la tierra". (Hch 1 8). La palabra griega para fuerza es dynamis de la que derivamos la palabra dinámita: ¡un explosivo! El Espíritu Santo pretende ser explosivo en nuestras vidas. Ser bautizado en el Espíritu Santo pretende ser más que una experiencia de conversión, pretende ser una llamada llena de fuerza para salir y ser testigos de Cristo. En la Tertio Millenio Adveniente (45) el Papa Juan Pablo II dice: "También en nuestros días, el Espíritu es el agente principal de la nueva evangelización".
Los dones espirituales son una parte integral de la misión de evangelización. Pablo utiliza tres palabras para los dones carismáticos: dones, servicios y obras de fuerza. Las tres se utilizan para recalcar que los dones son para la obra de propagación de la Iglesia. Sin estos dones no hay fuerza en la evangelización. El fracaso a decir que sí a nuestra misión coarta los carismas.
B. La diversidad de dones
Los dones se ven coartados por una visión demasiado restringida de la diversidad de dones y de la diversidad de maneras en que el Señor quiere utilizarnos con sus dones.
Necesitamos pedir al Señor que reavive los carismas más familiares de lenguas, profecía, sanación y liberación, y orar por la nueva efusión de los dones de enseñanza, predicación, los dones de fe, de entrega, de misericordia, de ser servidores y administradores, los dones de intercesión y hospitalidad, los dones de palabras de sabiduría y conocimiento, y los dones de matrimonio, celibato, pobreza voluntaria e incluso martirio.
No limitéis la acción de Dios a lo que parece como las acciones sobrenaturales. Los carismas son manifestaciones concretas de la acción del Espíritu Santo que se orientan hacia el servicio y la construcción de la comunidad. Los dones de administración, ayuda y entrega son todos dones carismáticos mencionados por San Pablo. Necesitamos reconocer nuestros dones y talentos naturales y pedirle a Dios que los llene de fuerza para un mayor servicio al Cuerpo. Un carisma no siempre tiene que estar cargado emocionalmente: simplemente tiene que estar movido por el Espíritu.
Los carismas más importantes que han sido renovados son los carismas fundamentales de nuestras vocaciones en la vida. Necesitamos reconocerlos como carismas -como cargas de fuerza del Espíritu- y volver a apropiárnoslos de nuevo. Yo estuve a punto de abandonar la vida religiosa antes de ser bautizada con el Espíritu Santo. Mi vocación con el don del celibato se renovó por la efusión del Espíritu Santo.
C. Diversidad de maneras y lugares
Necesitamos tener una expectativa mayor de la diversidad de maneras y lugares en que el Señor quiere utilizarnos. ¡Estad abiertos a las sorpresas! No limitéis la acción de Dios a nuestras experiencias pasadas. Los dones carismáticos no son sólo para las reuniones de oración carismáticas. Una "palabra de conocimiento" es la revelación de una realidad para decisiones prácticas, no sólo para ministerios de sanación. Es un don para responder a problemas con niños, para aconsejar, para el sacramento de la reconciliación.
El don de profecía necesita ser utilizado en reuniones de sacerdotes, encuentros congregacionalistas y encuentros parroquiales. El Señor no nos quiere sólo para hablar en profecía en reuniones de oración, donde es fácil hacerlo, sino también para ser proféticos cuando significa hablar sobre principios impopulares del Evangelio.
Para Pablo, los profetas son gente importante en la Iglesia, junto con los apóstoles y los predicadores. Tienen un ministerio de recibir la divina revelación y de decirla. Él dice que la profecía es un signo para el no creyente; si hay una escasez de profetas va a haber una escasez de conversión.
También si hay una escasez de predicadores, la comunidad va a estar confundida. No sabrán lo que es doctrina verdadera o falsa. Necesitamos reavivar el don de la enseñanza para los hogares, los colegios, los grupos de oración, ministerios de nuestra iglesia así como nuestras reuniones carismáticas. El primer lugar donde experimenté el don carismático de la enseñanza fue en mi clase de instituto.
Necesitamos tener una expectativa más amplia incluso para los dones más familiares de sanación y el don de lenguas. La expectativa de sanación nunca abandóno completamente a la Iglesia católica, pero a menudo la relegamos a sitios extraordinarios como Lourdes y Fátima y a gente extraordinaria como los santos. Creo que existe un peligro en la Renovación Carismática de hoy de que volvamos a esperar que la sanación sólo suceda en relación con gente y lugares extraordinarios. Necesitamos esperar que la sanación suceda en nuestros hogares cuando oramos con nuestros hijos, en los sacramentos, en los ministerios de sanación de nuestros grupos de oración, en nuestros grupos de compartir, en los despachos de nuestros médicos mientras experimentamos la expansión del ministerio de sanación del Señor, ¡e incluso por teléfono!
III. TEMPLANZA
Los dones espirituales necesitan la disciplina de la templanza si vamos a crecer en ellos.
A. Los dones y la madurez
No es raro escuchar, "ya no necesitamos estos dones espirituales. Eran sólo para los primeros momentos de la Renovación Carismática, para que arrancáramos, pero ahora que hemos madurado ya no los necesitamos más".
Los carismas son para los cristianos maduros. Sí que necesitamos los dones espirituales para nuestro crecimiento continuo. No tienen que disminuir sino de hecho hacerse más fuertes mientras maduramos. Sin embargo, existe un cambio en la manera en que los experimentamos y utilizamos. Una razón para el debilitamiento en la utilización de los dones espirituales es no poder reconocer que nuestra madurez espiritual carismática necesita pasar por la misma "prueba de fuego" que los grandes maestros espirituales nos han contado a través de los siglos. A menudo, cesan las manifestaciones que el Señor utilizó al principio para captar nuestra atención cuando quería utilizarnos. Cada utilización de un don espiritual se hace un acto de fe, una especie de andar sobre el agua. Este caminar rápidamente en la fe es fácil cuando todavía estamos cerca de nuestra propia experiencia personal del Espíritu Santo, pero luego a menudo dejamos de reconocer que Dios nos purifica de cualquier apego que nos alejaría de una unión más estrecha con Él... no es sólo nuestro pecado, sino también nuestro apego a nuestros buenos sentimientos lo que nos puede conducir a pensar que somos mucho más santos de lo que somos. Él nos purifica incluso de nuestro apego a Sus dones que nos pueden hacer valorar los dones más que al Donante.
B. Podando los dones
Los dones se ven coartados por nuestro fracaso para dar y aceptar la corrección en la utilización de los mismos.
Los dones espirituales necesitan ser podados, no para suprimirlos, sin para que puedan florecer sin ser desacreditados por el mal uso. Si los dones se ven como algo sensacional y se vuelven fines en sí mismos, nunca se convertirán en una parte normal de nuestra vida cristiana, y algún día, demasiado pronto, se volverán a perder. Nuestro trabajo es aprender a utilizar los dones con una disciplina que puede liberar su fuerza más completa, y al mismo tiempo cumplir su verdadero propósito. Nos enseñan a buscar los dones proféticos (1 Cor 14 1), pero también se nos muestra que la profecía es una pesada responsabilidad y que los mismos profetas fueran los primeros en desear el discernimiento autorizado.
El don carismático del discernimiento -el don de distinguir la "inspiración" y de juzgar si está siendo realmente inspirada por el Espíritu Santo- necesita ser reavivado. Del mismo modo el don de ser pastor, que es el don tanto de alentar como de podar los dones, necesita ser desarrollado. Necesitamos tener tanto la voluntad como la humildad para dar y aceptar la corrección. Si los dones son disciplinados según la propia mentalidad de Dios, y utilizados para el único propósito de revelar y glorificarle, los experimentaremos como claves vitales para la construcción del Reino y permanecerán como un valor permanente de la Iglesia.
C. Estudiando la historia de los dones
Los dones se ven coartados por estar avergonzados de ellos o demasiado a la defensiva con respecto a ellos.
Nuestra necesidad de ser aceptados nos puede conducir a estar avergonzados de los dones y a restringirlos porque pueden alejar a la gente. Necesitamos estudiar acerca de los dones espirituales a través de la historia y conocer las declaraciones de la Iglesia sobre ellos. Es importante saber quienes somos, saber que los dones espirituales están verdaderamente en la doctrina e historia de la Iglesia, de manera que no les restemos importancia. Necesitamos estar convencidos del apoyo que tenemos de la Iglesia de manera que podamos estar en paz con quien somos.
Cuestiones para el debate
a) ¿Cómo hemos alentado y podado los dones carismáticos en nuestras reuniones?
b) ¿Cómo hemos experimentado el utilizarlos en la vida diaria?
domingo, 6 de julio de 2008
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